La elección correcta de los colores en los interiores no sólo determina en gran medida el aspecto de una habitación, sino también cómo se sentirán en ella sus habitantes. ¿Qué colores se consideran neutros? ¿Qué colores favorecen la concentración y cuáles la relajación? Intentaremos responder a estas y otras preguntas en el artículo de hoy.
Teoría del color
Es una ciencia compleja que abarca temas como el tono, la saturación, el brillo y la temperatura. Pero a efectos de diseño de interiores, podemos simplificarla dividiendo los colores en dos grandes grupos: cálidos y fríos.
Los colores cálidos, como los rojos, naranjas y amarillos, tienden a evocar sensaciones de energía y entusiasmo. Estos colores son estupendos para crear un ambiente animado, pero pueden resultar abrumadores si se utilizan en grandes dosis.
Los colores fríos, como azules, verdes y morados, tienden a dar una sensación de calma. Son ideales para fomentar la relajación y, al reflejar la luz, hacer que una habitación parezca más espaciosa.
El estudio de la socióloga Eva Heller también habla de los efectos emocionales de las combinaciones de colores. Según ella, las tonalidades frías combinadas con cálidas crean un equilibrio armonioso en una habitación. Los colores cálidos combinados con los fríos crean un contraste excitante y producen alegría.
El estudio sobre la psicología del color abarca temas como los efectos psicológicos de los colores, cómo se perciben e interpretan los colores y cómo afectan los distintos colores al estado de ánimo de una persona. Conocer la psicología del color puede ayudarte a decidir qué colores utilizar en el diseño de interiores, en función de la atmósfera deseada.
Psicología de los colores: la importancia del tono en el diseño de interiores
¿Qué importancia tiene la elección de los colores en el diseño de interiores? Sin duda, tiene un gran impacto en el aspecto final de un arreglo. Los colores bien compuestos, por supuesto, hacen que una habitación sea visualmente atractiva, mientras que los colores mal compuestos pueden tener el efecto contrario. Utilizar demasiados colores, sobre todo intensos, puede crear una impresión de desorden y abrumar el interior.
Los colores adecuados, por otra parte, pueden ayudar a dar a un interior un carácter determinado: por ejemplo, aportar elegancia, calidez, resaltar el diseño original o llamar la atención sobre determinados elementos de la disposición. Un uso hábil del color puede hacer que una habitación parezca más grande o disimule ciertos inconvenientes. Los colores también son importantes en determinados estilos de interior.
Sin embargo, los psicólogos también señalan que los distintos colores tienen efectos diferentes en las personas. Pueden ser tonificantes, facilitar la concentración o, si se consumen en cantidades excesivas, resultar agotadoras. Por eso, a la hora de elegir la pintura, los muebles y los accesorios (como telas, cojines o estores), merece la pena prestar atención no sólo a los propios gustos y a cómo encajan estos elementos, sino también a la psicología del color y su influencia en las emociones y sentimientos de las personas en función de su personalidad.
Tonos neutros: blanco, gris y marrón
En el arte del diseño de interiores, el blanco y el gris se consideran los más neutros. Son una elección segura tanto desde el punto de vista de la selección de accesorios como de la psicología del color. No tienen un fuerte impacto en la psique; según los psicólogos, pueden incluso tener un efecto calmante y aliviar el estrés.
No cansan, ni siquiera cuando se utilizan en grandes cantidades. Se pueden combinar fácilmente con otros colores y quedan bien tanto en habitaciones pequeñas como grandes. Sin embargo, es mejor combinar el blanco o el gris con otros colores más fuertes, de lo contrario el interior puede parecer demasiado austero.
El blanco o el gris son opciones “seguras” y universales. Se eligen fácilmente como color para muebles y paredes, e incluso para ventanas. El marrón en interiores también es un color popular y bastante universal, que combina bien con los colores claros. El marrón, sobre todo en tonos claros, aporta calidez a los interiores.
Colores que mejoran el estado de ánimo: amarillo, naranja
El amarillo y el naranja se consideran colores “alegres”, que levantan el ánimo y dan energía. En consecuencia, puede que no sean adecuados en grandes cantidades en el dormitorio, por ejemplo, ya que no favorecen la relajación.
Sin embargo, son populares en estancias como la cocina o el comedor. En cambio, los amarillos pastel muy claros favorecen la concentración y pueden ser una buena elección, por ejemplo, en una habitación donde estudie un niño.
Si se utiliza mucho amarillo o naranja en una habitación, suele ser mejor evitar un exceso de otros acentos de color fuertes, y no mezclarlos con muchos colores diferentes.
Rojo estimulante
El rojo es un color fuerte, estimulante y llamativo. Aunque es muy apreciado por mucha gente, se desaconseja el uso masivo de este color en interiores. El rojo intensifica las emociones y, si se utiliza en exceso, puede tener un efecto abrumador y ejercer una mala influencia sobre los individuos.
El rojo, en cambio, puede funcionar bien como color accesorio. Cortinas, capas o cojines de este color animarán la habitación y pueden dar energía a sus ocupantes.
Azul relajante, verde suave
El azul es un color que tiene un efecto calmante, favorece la concentración y estimula la imaginación. Por esta razón, el azul es popular en las oficinas. También funciona bien para dormitorios, habitaciones infantiles (especialmente para niños en edad escolar).
El tono más recomendable es un azul suave: un azul demasiado fuerte, sobre todo en una habitación pequeña, puede cansar a algunos o hacer que se sientan peor. El color verde también se considera un color que calma y alivia los nervios, sobre todo en tonos apagados. Tiene propiedades relajantes, por lo que se recomienda a las personas que padecen nerviosismo o suelen tener un estado de ánimo débil.
Un toque de morado calmante
El morado es un color que, por un lado, tranquiliza y, según algunos, fomenta la creatividad. En grandes cantidades, sobre todo en un tono más fuerte, produce sensaciones de agobio y no se recomienda especialmente a las personas que suelen tener problemas con el estado de ánimo.
El color morado se utiliza mejor en pequeñas cantidades, en habitaciones en las que dominen los colores claros, como el blanco o el gris claro. Los accesorios, las alfombras o los elementos de mobiliario de color morado llamarán la atención y harán más atractivo un arreglo. Pueden funcionar bien, por ejemplo, en el salón o en las habitaciones de las personas que se dedican al trabajo creativo.
¿Cómo elegir el mejor tono para una habitación según la psicología del color?
A la hora de elegir la paleta de colores para decorar un interior, lo primero que hay que tener en cuenta es qué efecto se quiere conseguir. En general, es aconsejable evitar tanto utilizar demasiados colores como ceñirse a uno solo. Es una buena idea planificar toda la disposición desde el principio; por ejemplo, si estás pensando en muebles blancos, merece la pena considerar un color de pared distinto al blanco.
Conviene recordar que algunos colores, que en pequeñas cantidades realzan la decoración y tienen un efecto positivo o tranquilizador sobre el estado de ánimo del hogar, pero en exceso pueden estropearlo.
Al elegir los colores de las ventanas, debemos hacerlos coincidir con la decoración prevista y los colores de la fachada. Desde la perspectiva de la psicología del color y el significado de los colores, hay que tener en cuenta dos cosas.
En primer lugar, la finalidad de la habitación: un color tonificante no sería una buena elección para el dormitorio, mientras que un color relajante no sería adecuado para la cocina.
En segundo lugar, cómo reaccionamos nosotros mismos ante un color determinado. La percepción que produce un color en distintas personas puede ser ligeramente diferente.